En una entrada anterior, nos preguntábamos qué estrategias utilizó Austen para lograr que los lectores sintieran aprecio por Emma a pesar de sus evidentes defectos. Aquí tenéis un par de ideas.

Como sabéis, la mayor parte de la historia está narrada desde el punto de vista de Emma. Aunque Austen utiliza un narrador externo, este se sitúa, de modo habitual, junto a la protagonista y relata los hechos desde su perspectiva. Austen utiliza el estilo indirecto libre, tan característico de su estilo, de manera que los pensamientos de Emma nos llegan a través del narrador y, en ocasiones, se mezclan con su relato.
Al narrar la historia de este modo, se consiguen varios objetivos:
Por una parte, el lector avanza en la historia junto a la protagonista, conoce sus razonamientos y sus intenciones, y esto le permite comprender mejor su actitud y ser más comprensivo con sus errores.

Además, gracias a esta perspectiva, el lector también es testigo del arrepentimiento de Emma y de sus propósitos de mejora al descubrir sus errores. Es decir, al posicionar al lector junto al personaje principal, la autora facilita la conexión entre ambos, que, como hemos visto, es imprescindible para la eficacia de la obra. Si Austen hubiera decidido contar esta historia desde el punto de vista de otro personaje, el efecto que las imperfecciones de Emma producirían en los lectores sería muy distinto.

Un mismo hecho, observado desde diferentes puntos de vista, puede producir reacciones muy diversas. Por esta razón, al afrontar el reto de escribir una novela protagonizada por una heroína evidentemente imperfecta, Austen decidió situar a los lectores junto a ella, de modo que pudieran conocer sus pensamientos e intenciones, para que les resultara más sencillo ser comprensivos con sus defectos.
Además, como ya se ha comentado, de esta manera los lectores también presencian con más cercanía el arrepentimiento de Emma al comprender el daño que ha causado a otras personas.

Esta es otra de las estrategias utilizadas por Austen en Emma para mantener el equilibrio entre sus imperfecciones y sus características positivas. Después de cada error de la heroína, encontramos una escena en la que se muestran su arrepentimiento y los reproches que se dedica a sí misma por su actitud.
Pero estas no son las únicas estrategias que utilizó Jane Austen. En la próxima entrada comentaremos algunas más 🙂